Todo el mundo se lo vive hablando de lo difícil que es vivir sin la aceptación de nuestros pares, puede que lo ponga difícil, pero no está ni cerca de ser una certeza.
No está mal cansarse, uno no puede vivir toda su vida arrastrándose por un abrazo y por el apoyo de alguien.
Si no me hubiese cansado de hacerlo no habría avanzado jamás.
Aprendí a darle la espalda al padre que pronto me ignoró.
Aprendí a ser firme con los falsos amigos y sobre todo aprendí a respetar mi persona por encima de todas las cosas.
A veces las personas me preguntan por qué soy tan radical con las relaciones interpersonales, y es que los sentimientos en sí mismos son radicales, nos
sacan de un estado emocional para meternos en otro totalmente opuesto.
Cuando rompo con alguien no lo sumerjo en mi odio como solía hacerlo, simplemente vuelvo nulos mis sentimientos para que desde ellos, yo no pueda obrar con insensatez.
Es importante tener presente que lo que no fue ya no lo será, del mismo modo que lo que si fue, no volverá a ser.
Es imprescindible anular un sentimiento que viene procedido de malas consecuencias y de este modo podremos vivir con objetividad, siguiendo en el camino recto sin desperdiciar energías en lo que es el vicio de vivir odiando.
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