¿Quién no ha pasado por esos largos períodos de estrés continuo en los que lo único que se quiere es paz?
Preguntarse a sí mismo cada día al despertar si llegaremos a esa meta, si estamos preparados para afrontarlo, ¿Tienes lo que hace falta?
Personalmente me lo pregunto cada día, creo que de alguna forma nos recuerda nuestras debilidades y en qué no debemos recaer.
Esto me hace pensar en la importancia de revivir cada día, de buscar excusas para salir de nuestras frías habitaciones y sentir ese cálido rayito de sol que calienta nuestras veredas, y no, no nos arrepentimos de levantarnos y salir a vivir, pero, ¿Por qué nos cuesta tanto salir de ese pozo inmundo que nos vuelve tan depresivos? Lo importante es que logramos abrir las ventanas y nos dejamos invadir por esa luz cegadora que bautizan nuestros ojos día a día, como un milagro, el milagro de existir supongo, que no es poco, por lo contrario, es todo.
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